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l tráfico ilegal de especies es considerado una de las actividades más lucrativas, y que menos sensibilización encuentra en la sociedad.

Su comercio mueve al año en todo el mundo cantidades superiores a los 10.000 millones de Euros, y mantiene a miles de especies animales y vegetales en peligro de extinción.

Un negocio lucrativo y poco perseguido

La actividad de traficar ilegalmente con especies está poco perseguida, y sin embargo genera sustanciosos beneficios; realmente sólo el contrabando de armas y las drogas se encuentran por encima de este más que rentable negocio, que supone en muchas ocasiones una fuente de divisas incluso para los gobiernos de los propios países implicados, lo que añade un freno a la efectividad de cualquier legislación que se pretenda aplicar.

Muchas especies son capturadas por su piel, que cobra mayor valor cuanto más escasa sea la especie, y que viene determinado por las demandas sobre determinadas pieles, cuyo origen se encuentra en los centros de moda del mundo desarrollado.

El alto valor de las especies demandadas fomenta que los contrabandistas de diferentes países productores mantengan enlaces por intereses comunes, por ello no es difícil conseguir los ejemplares allí donde éstos son autóctonos: Argentina, Brasil, Senegal, Costa de Marfil, Guinea Ecuatorial, Nigeria, México, Tailandia, Filipinas, China, Hong Kong, Malasia, Singapur, etc.; en estos países se pueden capturar loros salvajes, periquitos, leopardos, reptiles, y un buen número de especies raras o escasas.

Muchas especies son capturadas por su piel, que cobra mayor valor cuanto más escasa sea la especie. En la foto, una foca de Ross, especie escasa que habita en el Antártico

Cuanto más rara es una especie más incrementa su precio, lo que estimula a las redes de contrabandistas a buscarla con más ahínco, y por tanto a que se incrementen sus probabilidades de extinción

El loro salvaje amazónico, un ejemplo significativo

En la Amazonia se capturan anualmente decenas de miles de aves para la exportación ilegal, que poseen determinadas características que inducen a su masiva demanda. Un ejemplo de contrabando masivo de una especie exótica es la del loro salvaje amazónico. Se trata de un ave muy popular (muy especialmente en Estados Unidos de América), parlanchina, graciosa y de un colorido muy llamativo. Alrededor de 50.000 ejemplares de este animal son exportados ilegalmente cada año, pero sólo una parte de ellos sobrevivirán a la actividad de manipulación, transporte, comercio y enfermedades a causa del hacinamiento o ausencia de higiene.

En la Amazonia se capturan anualmente decenas de miles de aves para la exportación ilegal

Un ejemplar en el momento de la captura puede valer alrededor de 4 euros, que pueden llegar a convertirse según el país de destino en unos 800 euros, tras el paso por los diferentes intermediarios.

Solo una parte de los animales capturados sobrevivirán a la manipulación, hacinamiento, transporte y condiciones higiénicas.

La labor de captura de estas aves es en ocasiones un verdadero trauma ecológico, cuando es llevada a cabo por personas foráneas de las regiones donde habitan, pues los árboles centenarios en donde instalan los nidos son talados irresponsablemente en vez de accederse directamente al nido, provocándose en un momento la destrucción del hábitat y de la especie arbórea que durante cientos de años ocupó el lugar.

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